Por Marta Morales.

La pandemia de COVID 19 y su encierro forzado va a traer profundas consecuencias en el vivir de millones de mujeres en todo el mundo.

Un virus, hasta ahora desconocido, por alguna razón que debe develar la ciencia penetra a nuestros organismos, paradojalmente para asegurar su sobrevivencia, multiplicándose en nuestros cuerpos como nunca antes, en este siglo al parecer un virus lo había hecho.

Y nos confinamos en nuestros hogares, porque también necesitamos sobrevivir y en esta guerra biológica nuestros cuerpos de mujeres se sobreexponen a la violencia del entorno y a la violencia vírica.

Y nos confinamos en nuestros hogares y habitamos en nuestro cuerpos buscando vencer el miedo, el horror mediático y la realidad de la muerte que nos llega como imágenes que no queremos ver ni asumir.

Y nos confinamos en nuestros hogares y habitamos nuestros cuerpos para defendernos del agresor, más bien de más de un agresor.Porque no sólo se debe enfrentar la agresión vírica: miles de mujeres deben enfrentar la agresión del hombre con quién viven y comparten el espacio cotidiano.

Este confinamiento es el espacio ideal para el agresor humano. El virus- macho que habita en las entrañas del capitalismo patriarcal. Y créanme que es peor porque obliga a las mujeres al silencio, a esconder la violencia que enfrentan, y muchas veces, al silencio de la muerte ocasionada por un femicida.

Este confinamiento no hace otra cosa que ejercer violencia, pues nos obliga a con-vivir con quien agrede y mal-trata cotidianamente. Este virus-macho que habita en las entrañas del capitalismo patriarcal resiste el antivirus y se multiplica y potencia en el espacio cerrado del COVID 19.

El mundo patriarcal que aloja este virus virulento se niega a pensar siquiera en cómo proteger a las mujeres que sufren su violencia.Es cierto que esta pandemia, la del COVID -19, es un hecho que no pudimos evitar y que se ha ido tomando medidas en la medida de que va avanzando, repartiendo su carga vírica por el mundo.

Pero el otro virus, el virus –macho, lo conocemos desde los orígenes y aún parece mentira que millones de mujeres se sobrexpongan a la doble violencia de esta doble pandemia, una que lleva corona y otra que arrastra siglos de violencia contra el cuerpo de las mujeres del mundo.