Justo ayer una muy querida amiga me compartió un hermoso texto de Gabriela Mistral sobre la madre, su madre. Como ella, tengo en mi memoria primera las sensaciones, sentires y aromas de estar sentada en las piernas de mi madre, arrimada a su regazo, escuchándola, escuchándonos. Y al igual que Gabriela, mi madre me enseñó el nombre de las cosas y me enseñó a leer. Así es para much@s, quizás para la gran mayoría de nosotr@s
Y Mistral descubre que se trata de un auténtico rito de iniciación y señala su sentido profundo: “tú me nombrabas las cosas de la tierra … como para domiciliar a tu hija en el mundo, como para enumerarle los seres de la familia, ¡tan extraña!, en la que la habían puesto a existir.”Pero este nombrar-dice Gabriela en 1927 es «Cosa fina, y hasta un poco secreto esta de nombrar. Nombrando hacemos confesiones sobre nosotros mismos». Esta complicidad, intimidad, entre cuerpas de madre-hija permite la transmisión de saberes, los nombres de las cosas, las flores y animales creando un universo lleno de imágenes de su tierra natal, el Valle de Elqui que, a cada paso de su destierro en el mundo añora y recrea en su prosa y poesía. La madre, la hija y la tierra se unen y se alzan para reivindicar el acto de nombrar como un acto “mujeril”, en términos de Gabriela, que es anterior a los aprendizajes de las instituciones del Estado.
“Y así, yo iba conociendo tu duro y suave universo: no hay palabrita nombradora de las criaturas que yo no aprendiera de ti. Las maestras sólo usaron después de los nombres hermosos que tú ya habías entregado”(Recuerdo de la madre ausente, Lecturas para mujeres, 1924)
Recuperemos este sentido de conmemorar a la Madre: nuestra primera mediadora con el mundo. En el ámbito de las teorías feministas, este traspasar el poder de nombrar de madre a hija enlaza con la valoración de nuestras genealogías de mujeres – de la sangre, pero sobre todo simbólicas -. No olvidemos que “es patriarcal aquella sociedad que da vida a las genealogías masculinas con exclusión de las femeninas” (Luce Irigaray). La reconstrucción de genealogías femeninas es una metodología para reconstituir la historia de las mujeres, es una herramienta estratégica para recuperar, por lo tanto, presencias, saberes y poderes; es una llave maestra para investirnos de autoridad, de poder y legitimidad de madres a hijas; legarnos unas a otras, de generación en generación, el poder de NOMBRAR, de darle existencia y sentido a nuestro mundo.
En este día, nuestro homenaje, como Museo de las Mujeres Chile, a nuestras madres y ancestras – biológicas y simbólicas – a nuestras predecesoras, a aquellas de las que heredamos el Poder y el Ser.
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